Callejeando llegamos a un espacio precioso que resultó ser la Corte de l' Albero, una plazuela con su depósito de agua en el centro y abrazado por un edifico de grandes dimensiones de ladrillos rojos.
Y allà montamos nuestro trÃpode para poder hacernos una doto, mi marido, Stabri III y yo misma.
Le verdad es que el sitio era muy agradable y con mucho encanto.